La jornada se está yendo en una noche sin lluvia.
Queda pues en el recuerdo el inicio de la formación en costes y asignación de precios con los alumnos, un hojaldre que mañana acabaremos y un confit de pato (bueno; de pato-pollo) que hoy hemos puesto a salar para mañana pasar a confitar.
Luego, en la calle, he entrado en una farmacia. Aquí en las farmacias venden medicamentos y tabaco. Agua y refrescos. Tarjetas telefónicas y otros tantos artículos que exceden el ámbito farmacéutico.
Y después he pasado por el supermercado. Tonteando entre la fruta me he girado levemente y había dos guardias jurados, con sus fusiles, hablando animadamente con una tercera persona.
Hay seguridad privada por cualquier esquina, en cualquier tienda, en todas y cada una de las puertas y pisos de los Centros Comerciales, a todas horas, como mínimo con pistola, habitualmente con el citado trabuco, a veces con fusiles de asalto. Son omnipresentes. En un recorrido urbano cualquiera te topas con decenas de guardias. Todavía no me deja de sorprender esto. Pienso en lo que significa esta necesidad de seguridad continua y contundente y en que tantos medios armados terminan por aportar una sensación de estado de excepción que dista mucho de ser tranquilizante.
Miro a los 5 a 6 guardias con los que me encuentro todas las mañanas y pienso en sus jornadas interminables, viendo pasar las horas y la vida sin hacer nada, sentados, o de pie, observando a la gente con desgana… eso debe ser peor que bajarse a la mina. Y, por contraste, qué bueno hacer un trabajo creativo!
2 comentarios:
Entiendo perfectamente que te sorprendas. Es cierto que al principio asuntan, pero con el paso del tiempo, el ojo termina acostumbrándose. Forman parte de la realidad centroamericana.
Mi vista sólo repara si adoptan una postura amenazante o en señal de peligro.
Al año que viene, si vuelves de nuevo, verás como parece que ya no existan.
Saludos.
El primer dia que estuve en Valle de Angeles tuve una extraña sensación que no sabía identificar.
Después noté que la gente, tanto catrachos como foráneos, andaban con la càmara de fotos colgada al hombro, usaban el celular en la calle y dejaban los bolsos sobre la mesa en los bares del parque, mientras los chiquillos jugaban en la calle...
Y entonces me di cuenta que no había ni un solo vigilante armado ni en los comercios, ni en la call, ni en la alcaldía... se respiraba un ambiente de tranquilidad y seguridad impensable en Tegus.
(aclaración para quien no lo conozca: Valle es un pueblecito famoso por sus comercios de artesanía y que se llena de turistas los fines de semana; un sitio ideal para posibles carteristas y asaltacarros que por suerte no existen)
Y me pregunto: hay armas porque hay inseguridad o hay inseguridad porque hay armas?
Publicar un comentario