
Muertos: 30. Desaparecidos: 14 (o sea, 44 muertos). 20000 damnificados.
Estado de emergencia nacional por las lluvias de los últimos días.
Estado de emergencia también en Tegucigalpa.
Pero yo esto lo sé por los periódicos; no hay ningún signo de catástrofe en muchas áreas de la ciudad adecuadamente construídas, incluida en la que yo vivo.
Es como si pasara muy lejos. Esta sensación de lejanía se ve reforzada por la percepción del fenómeno meteorológico que ha motivado todo esto.
En primer lugar, durante los pasados días, nunca llovió durante toda la jornada. Fueron lluvias alternas con muchas horas de nubes sin descargar y alguna de sol. En segundo lugar, la lluvia fue abundante pero tampoco torrencial: he visto llover mucho peor en España. En tercer lugar fueron tres días de mayor lluvia; no han durado una semana.
Este fenómeno limitado ha motivado centenares de personas en la capital que perdían sus casas, sus enseres, todo, por corrimientos de tierra. Fallas que avanzan 50 metros en una noche. Las fotos de la tragedia que pueblan los periódicos. Un efecto ilimitado.
En Tegucigalpa hay 128 barrios y colonias que han sido declaradas como zonas de alto riesgo. Algunas de ellas han sido catalogadas como inhabitables. Hay 17 zonas de fallas. 300.000 personas viviendo en esas zonas de riesgo. Además, hay una gran afectación en las vías de comunicación. Prácticamente existen problemas estructurales en todas las principales carreteras.
Hay desastres naturales. Pero por aquí no ha pasado ningún tsunami. El problema no está en la lluvia si no en lo de siempre: la pobreza. Un Estado que no es capaz de regular la construcción de viviendas+ los flujos migratorios hacia la ciudad + vulnerabilidad de los pobres + la ausencia de políticas sociales, más allá de alguna iniciativa paliativa y simbólica.
La culpa pues no será de la siguiente onda tropical número 43, que pasará durante los próximos días por el país, si no del hecho cierto que el 47 % de los hondureños viven en la extrema pobreza.
En estas circunstancias, ¿es demagógico indicar que la campaña para las primarias de los partidos políticos le costará al país 400 millones de lempiras?
Se podría responder que sí, porque es una forma de elección política que tiene que ver con el sistema democrático. Pero de forma más concreta, es tal el despilfarro en medios, publicidad y propaganda que resulta difícil no pensar en lo adecuado que sería una autolimitación del gasto para disponer de esos medios económicos ingentes para necesidades más perentorias.
En primer lugar, durante los pasados días, nunca llovió durante toda la jornada. Fueron lluvias alternas con muchas horas de nubes sin descargar y alguna de sol. En segundo lugar, la lluvia fue abundante pero tampoco torrencial: he visto llover mucho peor en España. En tercer lugar fueron tres días de mayor lluvia; no han durado una semana.
Este fenómeno limitado ha motivado centenares de personas en la capital que perdían sus casas, sus enseres, todo, por corrimientos de tierra. Fallas que avanzan 50 metros en una noche. Las fotos de la tragedia que pueblan los periódicos. Un efecto ilimitado.
En Tegucigalpa hay 128 barrios y colonias que han sido declaradas como zonas de alto riesgo. Algunas de ellas han sido catalogadas como inhabitables. Hay 17 zonas de fallas. 300.000 personas viviendo en esas zonas de riesgo. Además, hay una gran afectación en las vías de comunicación. Prácticamente existen problemas estructurales en todas las principales carreteras.
Hay desastres naturales. Pero por aquí no ha pasado ningún tsunami. El problema no está en la lluvia si no en lo de siempre: la pobreza. Un Estado que no es capaz de regular la construcción de viviendas+ los flujos migratorios hacia la ciudad + vulnerabilidad de los pobres + la ausencia de políticas sociales, más allá de alguna iniciativa paliativa y simbólica.
La culpa pues no será de la siguiente onda tropical número 43, que pasará durante los próximos días por el país, si no del hecho cierto que el 47 % de los hondureños viven en la extrema pobreza.
En estas circunstancias, ¿es demagógico indicar que la campaña para las primarias de los partidos políticos le costará al país 400 millones de lempiras?
Se podría responder que sí, porque es una forma de elección política que tiene que ver con el sistema democrático. Pero de forma más concreta, es tal el despilfarro en medios, publicidad y propaganda que resulta difícil no pensar en lo adecuado que sería una autolimitación del gasto para disponer de esos medios económicos ingentes para necesidades más perentorias.
3 comentarios:
Desastres naturales (?) Sí, con las infraestructuras que tiene el país, es natural que haya desastres... en las carreteras, en los barrios encaramados al monte, en las "invasiones" que no tienen absolutamente nada de infraestructura urbana, en las casas pegadas al margen de las quebradas...
Y uno piensa cómo es posible que a cuatro dias del Mitch haya esa irresponsabilidad gubernamental que permite la repetición de errores con estas construcciones que pasan fácilmente de casas a tumbas así que llueve fuerte.
Y no solamente en barrios de chabolas; me viene la imagen de una residencial de casas muy nuevas y de muy buen aspecto, con un corte vertical de terreno sin consolidar y sin muro de contención que me hacía temblar cada vez que lo miraba desde la carretera... ojalá no se hayan materializado mis temores!
Hooola Joan! Comparto y suscribo cada uno de tus pensamientos que fueron también míos al escribir el post. Y también me pregunto: se ofenderá el grupo hondureño de personas que siguen este blog? Yo creo que si son objetivas con su país, no.
Qué se fizo con las montañas de buenos propósitos después del Mitch?
Montañas de papeles y de buenas intenciones, témome.
hola, Enrique. Muchos de los hondureños con quien hablé del país y de política son más críticos que yo y más duros con su gobierno... ya sé que éso es como en el refrán sobre la familia: se puede mal hablar de ella, pero no mal oir (era así, no?) aun así, estoy convencido de no ofender a nadie; nada más lejos de mi intención. Lo que me revuelve es esa crónica de un desastre anunciado... esa pasividad del gobierno y la alcaldia de Tegus respecto a la construcción en lugares absolutamente inseguros y la falta de precauciones frente al accidente. Esta urbanización que mencioné es una de real, se mira cuando sales hacia Sta Lucía; en septiembre parecía que aun no se habían instalado los nuevos vecinos.
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