domingo, 12 de octubre de 2008

Día 30. Sábado 11 de Octubre de 2008. Copán y otras ruinas.

Los 11s de cada mes son buenos días; días de celebración íntima.
Jornadas que me recuerdan que la vida está llena de acontecimientos inesperados.
Que nuestra existencia no es jamás una línea recta de dirección y sentido conocidos y que el azar aporta a nuestras vidas elementos de sorpresa; alegrías y penas.
Hoy, además, hemos estado en Copán. La antigua ciudad maya de Copán está situada en la Honduras septentrional, a pocos kms. de la frontera con Guatemala. Durante 400 años fue una de las ciudades más importantes de la civilización Maya. Pirámides, altares, templos y una magnífica escalera decorada están diseminadas en sus 5 plazas. Sus estelas, bajo y altorrelieves son impresionantes por su realización y grado de conservación.
En realidad lo que más impresiona es imaginarse el funcionamiento de esta ciudad de unos 20000 habitantes en el siglo V D.C. No me extraña que las narraciones de Bernal Díaz del Castillo, que formaba parte del grupo de españoles que llegaron con Hernán Cortes a Tenochtitlan, aún realizadas 10 siglos después, estén dictadas por la sorpresa y la admiración.
Para llegar a este centro turístico de primer orden debe transitarse una carretera que sale de la ciudad de San Pedro Sula. Su estado es, en gran parte bueno, en parte peligroso por la calidad y dimensión de sus baches y en ciertos puntos ruinoso y decadente por las fallas y desprendimientos que afectan la vía. La otra cruz de este enclave maya es la falta de impulso gubernamental para seguir promoviendo la investigación arqueológica de la antigua ciudad, a pesar del interés mostrado por numerosos equipos científicos de diversas partes del mundo.
Por lo que Copán representa de forma ejemplar esta mezcla hondureña de oportunidad para el desarrollo y apatía a la hora de llevar acciones concretas. Esto a mí, sobre todo, me disgusta porque veo que las cosas se podrían hacer mejor y en muchos casos depende de la escasa voluntad de las personas.
El día ha acabado viendo el victorioso partido de fútbol de Honduras contra Canadá en un local público, con decenas de autóctonos jaleando cada uno de los tres goles que le han endosado al equipo canadiense.

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