jueves, 25 de junio de 2009

Crónica desde la ciudad fantasma.

En la tarde de hoy y en colaboración con una enoteca cercana al INFOP íbamos a preparar un maridaje vinos-tapas. Pero la situación ha evolucionado a peor y el evento tendrá que esperar. El ambiente, a pesar de la tormenta tropical que ha descargado en Tegucigalpa, está cada vez más caldeado y enrarecido. Las clases se han suspendido en colegios, institutos y universidad. Como si este país no tuviera suficientes problemas, gobernantes, oposición política, económica y fáctica, y Fuerzas Armadas en medio, están tensando tanto la goma, que si se rompe empezarán los verdaderos problemas y los lamentos darán paso a un salto hacia atrás de 30 años.

Hoy, en hora punta, las calles estaban desiertas, casi todas las tiendas cerradas; los centros comerciales echando la llave 2 horas antes de lo habitual. Los supermercados y las gasolineras llenos; gente comprando como si estuviéramos en estado pre-bélico. La consigna era: cada cual a su casa.


Yendo a uno de esos centros comerciales he pasado por Casa Presidencial, por la residencia de gobierno de Manuel Zelaya. Y le dicho al taxista que me parara ahí. Las puertas del recinto se hallaban abiertas y con gente. El presidente, acompañado de un nutrido grupo de personas, se había personado anteriormente en una base aérea militar en la que se encontraban las urnas para una consulta popular que se va a llevar? a cabo el domingo con el fin de reformar la Constitución. Y allí estaba, en las escaleras de la casa presidencial, arengando a las masas (no más de 100 personas, aunque luego han llegado más).
Me ha dado la impresión de que estaba muerto políticamente, a pesar de su necesario discurso optimista. Mientras, los militares custodian el Parlamento, el aeropuerto y otros lugares significativos de la ciudad y parecen querer decir con su silencio: habla, habla Presidente, que nosotros tenemos el verdadero poder.
Y tienen razón: la debilidad del gobierno es manifiesta.

No hay comentarios: