miércoles, 13 de mayo de 2009

Oh my God!


Siguiendo con el post anterior… siendo muchas horas de clase 8 horas al día, al menos desde una perspectiva europea, no es esto lo que me cansa.


Si en términos de resultados reales y culinarios estoy contento, la forma de lograr esto es otro cantar. Por aquí los alumnos salen de clase con libertad pasmosa, deciden irse sin encomendarse a nadie, entablan animadas charlas a la sombra del mango que hay junto a clase, van a la pulpería a por un refresco, se sientan una y mil veces… y una y mil veces les espoleo con trabajos, elaboraciones y encomiendas varias.


Y es precisamente esta continua petición de atención, de reconexión neuronal y de escucha activa lo que me fatiga. Obviamente no todos son así, pero hay un grupo nutrido que sí. Hoy les he dicho que no vengo únicamente a dar recetas. Si ese fuera mi objetivo prioritario se las hubiera mandado por Internet. Les pedía compromiso con lo que habían decidido hacer: estudiar un curso de cocina en el INFOP y además, coherencia con las plegarias.


Explico esto último. Mi compañera Aída sigue rezando al principio de cada clase y yo observo que la mayoría de los alumnos lo hacen también. Aída incluye muchas veces en sus oraciones un deseo de que toda la comida salga bien y en buenas condiciones higiénicas. Desde el respeto a las creencias religiosas les he expresado mi sorpresa por aquello que parece un objetivo compartido entre los que oran y la contradicción con la realidad.


Porque lógicamente la idoneidad de la comida depende de nosotros y sin embargo, por la actitud de esa parte del alumnado parecería que están esperando a Dios para que pique la cebolla.


Ese propósito de enmienda que dura 2 minutos y esa viviencia superficial y a la carta de la religión siempre me ha parecido paradójico.

3 comentarios:

Ana Laseca dijo...

Enrique,

ya te me imagino de nuevo entre cacerolas y pucheros.

¿Recuerdas el calificativo que el taxista, biblia en mano, atribuyó a los hondureños en uno de nuestros viajes? Pues eso, un poquito de paciencia.

Te veo muy suelto desde el primer día. El año pasado a veces no entendías algunas de mis expresiones, pero este año, ya con más tablas, estás completamente tropicalizado.

En cuanto a los apartamentos, tu decisión despeja dudas, así es que si se lo pasas a Angel, después para mi. Yo llegaré, previsiblemente el 1 de septiembre.

Un abrazo

Enrique Barrado dijo...

Hoooola Ana! Sí, sí; paciencia es lo que se gasta cada día aquí a raudales; ya sabes. El apartamento en el que estoy es "el tuyo" así que, por lo que dices, será territorio español, al menos hasta Octubre.
La semana que viene tenéis la reunión en Madrid y podrás saludar a Esteban, que imagino que ya sabéis que va a estar por ahí, con vosotros.
Un abrazo catracho. ;-)

Anónimo dijo...

Aaaaay, pues son de huevones como los africanitooos... ;-)
Javier