
Las hormigas.
Diminutas hormigas han empezado a aparecer en la cocina-salón del apartamento. Claro, no me dan tanto repelús como los chinches del inicio de mi estancia (R.I.P.), pero el otro día mientras aporreaba el teclado del ordenador ocurrió lo que me temía; una de ellas se debió introducir en el interior del aparato por no sé que rendija y terminó achicharrada; Hormiga al fino aroma de parrilla de bytes, con reducción de RAM. Ayer realicé una decidida intervención con armas de destrucción masiva (de las que tenía Sadam: un bote de insecticida) por los lugares que parecían ser sus refugios y hoy parece que el problema ha desaparecido o, al menos, no está visible.
El tiempo.
Desde hace unos días, el sol ha restablecido su imperio aquí y esto posibilita unas jornadas como de primavera por las mañanas y como de principios de verano por las noches. Esta ciudad es objetivamente bella y tendría unas cuantas cosas que ofrecer al turismo. Pero – argumento ya comentado- la inseguridad es un virus que en este caso no es un miedo que el político utiliza en beneficio de su discurso (que también) si no que se percibe y vive como lo que es: algo real, cotidiano y amenazante.
El cable.
El descontrol de algunas empresas respecto a los servicios que ofrecen es palpable, gozosamente palpable por una vez, añado. Yo no he pagado la TV por cable que hay en el apartamento. La familia de Esteban también se encontró este servicio adicional en la casa que alquilaron. Es decir, que la empresa la instala porque alguien la pagó pero el servicio suele quedar per saecula saeculorum. Para cuando existe alguna indeseada interrupción del servicio los chicos del curso me aleccionan con alguna estrategia.
Diminutas hormigas han empezado a aparecer en la cocina-salón del apartamento. Claro, no me dan tanto repelús como los chinches del inicio de mi estancia (R.I.P.), pero el otro día mientras aporreaba el teclado del ordenador ocurrió lo que me temía; una de ellas se debió introducir en el interior del aparato por no sé que rendija y terminó achicharrada; Hormiga al fino aroma de parrilla de bytes, con reducción de RAM. Ayer realicé una decidida intervención con armas de destrucción masiva (de las que tenía Sadam: un bote de insecticida) por los lugares que parecían ser sus refugios y hoy parece que el problema ha desaparecido o, al menos, no está visible.
El tiempo.
Desde hace unos días, el sol ha restablecido su imperio aquí y esto posibilita unas jornadas como de primavera por las mañanas y como de principios de verano por las noches. Esta ciudad es objetivamente bella y tendría unas cuantas cosas que ofrecer al turismo. Pero – argumento ya comentado- la inseguridad es un virus que en este caso no es un miedo que el político utiliza en beneficio de su discurso (que también) si no que se percibe y vive como lo que es: algo real, cotidiano y amenazante.
El cable.
El descontrol de algunas empresas respecto a los servicios que ofrecen es palpable, gozosamente palpable por una vez, añado. Yo no he pagado la TV por cable que hay en el apartamento. La familia de Esteban también se encontró este servicio adicional en la casa que alquilaron. Es decir, que la empresa la instala porque alguien la pagó pero el servicio suele quedar per saecula saeculorum. Para cuando existe alguna indeseada interrupción del servicio los chicos del curso me aleccionan con alguna estrategia.
Iván me ha aclarado la vía temporal: uno paga el servicio tres meses y luego se olvida: la empresa reacciona 6-7 meses después y te lo corta. En ese momento se trata de reiniciar el proceso con esa misma compañía o con la otra.
Existe todavía otra fórmula que podemos denominar de coyuntura geográfica, que me indica Jim. Esta se basa en que los cobradores de la empresa, cuando van a recaudar el precio del servicio a las casas de los clientes, en ciertas áreas de la ciudad, terminan invariablemente asaltados, por lo que desisten de pasar al cobro.
La narración es, en resumidas cuentas, como la de un Robin Hood contemporáneo y de las telecomunicaciones…
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