
He recibido llamadas de alumnos, cortadas abruptamente por el coste de la conexión. Y mails. Y cuando, hablando con mis jefes del Ministerio de Trabajo, he debido citarlos y hablar de ellos, he sentido como me conmovía.
He visto a Ana y lo primero que he pensado ha sido: qué guapa! Qué raro y privilegiado bien abrazarla! La sensación envolvente de volver, de proteger y sentirse protegido por el mundo.
He formado parte del misterio del re-descubrimiento con Olimpia y Olivier, de la fase inicial torpe e incrédula, de la mirada atónita al principio y alegre poco después. Del regocijo sincero, neto, sin matices, del juego infinito con ellos.
He oído a mis padres decir: parece que estás más alto. Y es natural; es obvio que he crecido.
Y ahora estoy aquí, acompañado del jet-lag, sin poder dormir. No me importa. Se termina esta página de mi vida, esta parte de mi propia realidad que al compartirla con vosotros me ha devuelto una figura de mi mismo.
Ha sido un placer hacer el camino juntos y os agradezco sinceramente la atención, la sintonía y la curiosidad demostradas.